Opción 1: Sólo berenjenas.
Ingredientes:
2 berenjenas
100 gr. de aceite
150 gr. de tomate frito
½ litro de leche
2 cucharadas de harina
25 gr. mantequilla
50 gr. queso rallado
Sal
Elaboración:
Comenzamos pelando las berenjenas, se cortan en rodajas finas, como de 1 cm de grosor; si no salen del todo enteras, no pasa nada, no se
notará. Lo que sí es importante es que el corte sea laminado.
Se colocan en una cacerola con agua fría y sal para que suelten el amargor durante unos 10 - 15 minutos, después se lavan una a una, se escurren y se secan con un paño o con papel de cocina.
Una vez que las tengamos todas bien secas, las rebozamos en harina y se fríen en abundante aceite bien caliente, teniendo cuidado que no quede agua y pueda saltarnos con el contacto del aceite.
Tened en cuenta que no hace falta freírlas demasiado porque luego terminarán de hacerse en el horno.
Se colocan en una cacerola con agua fría y sal para que suelten el amargor durante unos 10 - 15 minutos, después se lavan una a una, se escurren y se secan con un paño o con papel de cocina.
Una vez que las tengamos todas bien secas, las rebozamos en harina y se fríen en abundante aceite bien caliente, teniendo cuidado que no quede agua y pueda saltarnos con el contacto del aceite.
Tened en cuenta que no hace falta freírlas demasiado porque luego terminarán de hacerse en el horno.
Una vez fritas, dejamos que escurran el aceite sobrante en
papel secante, podéis coger un poco de papel de cocina sobre un plato y así el papel absorverá el aceite que vayan soltando; se colocan en una bandeja refractaria y las cubrimos con el tomate
frito.
A continuación haremos la bechamel rehogando la harina en la mantequilla ya fundida sobre la sartén con un fuego no muy alto
hasta que empiece tomar color, moviendo continuamente con una cuchara de palo para que no queden grumos. Después, se incorpora la leche muy
poco a poco, os recomiendo que esté tibia para evitar los grumos, y añadir el queso rallado hasta
que espese.
Una vez tengamos lista la bechamel, la vertemos por encima del tomate frito y de
las berenjenas.
Se mete en el horno, ya precalentado a 180º, hasta que la
bechamel empiece a tomar color (unos 15-20 minutos).
Opción 2: Con puré de patata.
Ingredientes:
2 Berenjenas medianas
1 Cebolla
2 dientes de ajo
2 Tomates maduros
300 mml de salsa bechamel
8 patatas medianas
Un poco de mantequilla y un poco de leche
Perejil
Aceite de oliva
1/2 cuchara de postre de canela molida
Sal gorda
Pimienta negra
Elaboración:
Pimero de todo, como antes, las berenjenas: las pelamos y las cortamos en láminas a lo largo,
como de 1 cm de grosor, recordad que lo importante es que el corte sea laminado.
Las iremos colocando sobre una superficie plana y las
cubriremos con sal gorda, de esta manera las berenjenas soltarán el amargor (el plato no quedará salado porque las lavaremos posteriormente). Las
dejaremos así, cubiertas con la sal, al menos media hora.
Para ir ganando tiempo haremos el puré de patata. Pelamos las patatas y
las pondremos a hervir en agua y un poco de sal gorda durante 20 minutos (una
vez que el agua hierva a borbotones, empezaremos a contar los 20 minutos), para más
tarde hacer puré con ellas. Una vez que estén cocidas, y en caliente
(no hay que dejar que se enfríen porque se quedan duras), las pasamos por el
pasapuré; a la masa resultante, añadimos un poco de mantequilla y leche fría mezclando todo bien.
Si no tenemos tiempo o nos parece mucho trabajo, también podemos utilizar los purés de sobre que venden y
seguir las instrucciones del producto.
Para la salsa de tomate podremos utilizar el tomate frito
de bote, pero sino, aquí tenéis la receta:
Pelaremos la cebolla y los dos dientes de ajo y los picaremos muy fino. En una sartén y con un chorro de aceite, doraremos la cebolla y el ajo picado todo junto; mientras se van dorando, lavaremos bien los tomates y los rallaremos, con piel incluída. Al pasar el tomate por el rallador apreciaremos que la piel se va abriendo, cuando quede el pellejo, lo desechamos ya que, lo que nos interesa es el jugo del tomate y las semillas que va soltando.
Añadiremos el tomate rallado a la fritura de la cebolla y
los ajos y removeremos bien para que se mezclen y cojan sabor. Lo mantendremos
a fuego bajo e incorporamos el ajo picado o, también, podemos utilizar orégano,
así como ½ cucharadita de postre de canela molida o de azúcar para quitarle el amargor al tomate y volvemos a remover. Dejamos
todo a fuego lento hasta que se haga la salsa. Si queréis que la salsa salga picante podéis echarle una cayena o guindilla.
Ahora volvamos a las berenjenas. Las lavaremos durante un
buen rato debajo del chorro de agua para retirar completamente la sal y para
evitar que queden saladas. Las pondremos sobre papel secante.
En una sartén de diámetro grande, calentaremos como dos
dedos de altura de aceite de oliva; cuando esté bien caliente, iremos friendo
por tandas las láminas de berenjenas. No hace falta freírlas demasiado, ya que
después terminarán de hacerse en el horno. Una vez fritas, las volveremos a colocar
sobre papel secante para escurrirlas bien de aceite.
En un fuente apta para horno que tenga fondo, colocaremos abajo una capa de berenjenas fritas, encima de esta una capa
de puré, encima de la capa de puré, una capa del tomate que tenemos
reservado a fuego bajo en la sartén, y una capa de bechamel; y volvemos a empezar (tienen que ser dos capas de cada en
total).
Encima de la bechamel colocaremos una capa de berenjenas fritas, sobre esta, una capa de puré para encima ponerle una capa de tomate y por último, una capa de bechamel, ya tendremos entonces las dos capas de cada elemento. Finalmente, cubriremos el que ha sido el segundo piso de bechamel, con queso rallado especial para fundir.
Encima de la bechamel colocaremos una capa de berenjenas fritas, sobre esta, una capa de puré para encima ponerle una capa de tomate y por último, una capa de bechamel, ya tendremos entonces las dos capas de cada elemento. Finalmente, cubriremos el que ha sido el segundo piso de bechamel, con queso rallado especial para fundir.
Precalentaremos el horno a 180º, calor arriba y abajo. Una
vez caliente, introduciremos nuestra musaka durante 15 minutos. Los diez
primeros en esa misma función en que hemos precalentado el horno, los últimos
cinco minutos, tan solo dejaremos la función de Gratinar.
¿Por qué dos recetas? Podría poner muchas más porque la musaka original se hace con carne pero, en esta vegetariana, a la que también puedes añadir calabacín o pimiento o lo que quieras, yo hago estas dos recetas que me parecen más fáciles.
La primera cuando estoy a dieta, incluso le quito la bechamel y el queso rallado.
La segunda me gusta hacerla cuando tengo invitados porque de segundo pongo carne.
En cualquier caso la musaka es un plato que me teletransporta a Grecia, a un viaje que hice junto a mi madre y a mi sobrina Esther. Nos lo pasamos en grande las tres por tierras griegas, degustando sus platos, visitando las ruinas, conociendo a los griegos, que son gente amable con ese espíritu mediterráneo que nos une, y, sobretodo, contemplando un paisaje mucho más que bello.
De allí me traje dos imágenes que utilizo mucho en mis meditaciones de yoga: el atardecer de la isla de Santorini, uno de los más bellos que he visto, y la llanura de Olimpia, donde se celebraban los juegos olímpicos. Allí sentí una sensación de libertad que aún me acompaña cuando la recuerdo.
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